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18/12/2012Asesoría[/caption]
Ante la llegada del nuevo año, muchos emprendedores se plantean iniciar un nuevo negocio o quizás, son autónomos que están pensando en crear una Sociedad Limitada. En cualquier caso, es importante asesorarse previamente de los pros y los contras de cada una de las opciones antes de decidirse.
En el caso de que se trate de una única persona la que quiere emprender esta aventura las opciones más sencillas son hacerse autónomo o constituirse como una Sociedad Limitada Unipersonal (SLU). En el caso de elegir la segunda opción, será necesario de todos modos darse de alta como autónomo para ejercer como administrador de la SL.
En ambos casos los trámites son diferentes. Lo más sencillo, rápido y económico es darse de alta como autónomo. En un mismo día se pueden realizar todas las gestiones necesarias, tanto en Hacienda como en la Seguridad Social, por lo que se convierte en la forma más rápida de iniciar la actividad. Para crear una empresa bajo el formato de SL son necesarios más gastos y se requieren más trámites. Es necesario inscribir la empresa en el registro y solicitar el CIF. Esto puede tardar hasta 30 días. Además es necesario aportar un capital social inicial, que no podrá ser inferior a 3.012€, cantidad que no sería necesaria para el alta como autónomo. De todos modos, este alta como autónomo es imprescindible ya que, como hemos comentado anteriormente, es necesaria la figura del administrador al formar una SL.
Ahora bien, una de las principales ventajas de trabajar como SL es que la empresa responderá con su capital social ante cualquier impago o quiebra del negocio, mientras que en el caso del autónomo, este tendrá que responder con sus bienes.
Una vez equilibrada la balanza de ventajas e inconvenientes, siendo la responsabilidad una ventaja para la SL y la rapidez y economía de constitución una ventaja para ser autónomo, veamos si una vez iniciado el proyecto se mantiene ese balance.
Como autónomo la gestión contable es más sencilla y, aunque es necesario presentar una declaración trimestral del IVA y otra anual, y tener actualizado el libro de cuentas, con llevar un control sobre las facturas que entran y salen suele ser suficiente. Una gestión sencilla y que si se deja en manos de una asesoría fiscal no suele implicar un gran gasto extra. Para una SL, además de todo esto, es necesario presentar los libros de cuentas y tener una contabilidad oficial en la que se detalle los bienes de la empresa y, en caso de que hubiera más de uno, los de los socios. Suele ser necesario en este caso contar con los servicios de un asesor fiscal especializado que se encargue de dicha gestión.
Un punto final pero no por ello menos importante es la cuestión de los impuestos porque aquí las diferencias son notables. Las SL tributan en el impuesto de sociedades mientras que los autónomos lo hacen en el impuesto de la renta.
Así que la decisión final sobre lanzarse con uno u otro tipo de empresa dependerá de cada cual basándose en criterios subjetivos para que una asesoría profesional y con amplios y actualizados conocimientos tanto en temas fiscales, laborales o contables puede ser de gran ayuda.
“No hay mejor mérito que saber aprovechar todas las oportunidades”.
(Píndaro)
[Publicado por Alicia Ballesteros]
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